Profesor Franz de Copenhague

Los de mi generación recordamos, creo que sin excepción alguna, la entrañable figura del Profesor Franz de Copenhague, que desde las páginas del mítico TBO, nos comunicaba cada semana lo que acababa de inventar para facilitar la vida de la gente normal y corriente.

No se pudo evitar, sin embargo, que referirse a los inventos del TBO o al propio Profesor Franz de Copenhague, se convirtiera en sinónimo de afirmación ridícula revestida de cientifismo o de idea descabellada, similar a la también injusta expresión de "idea de bombero".

Tanto la inmensa mayoría de los bomberos como el añorado Profesor pretenden tan sólo el bien de la gente, haciéndoles la vida más fácil o salvándosela.

No parece ser el mismo el ánimo del moderno émulo del científico danés, que se cubrió de gloria en el pasado cuando hablaba de "hilillos de plastilina" para referirse al mayor desastre ecológico provocado por la mala gestión de un gobierno, como fue el caso del Prestige.

Ahora nos ha deslumbrado a todos cuando, amparándose en la autoridad de su primo por la parte Brey, respetable y respetado Catedrático de Física en la Universidad de Sevilla que no tiene la culpa de nada, se suma al bando negacionista del cambio climático.

No puedo dejar de agradecerle la influencia mundial que atribuye al Presidente del Gobierno cuando inspira a sus corifeos la doctrina de que el cambio climático es un invento socialista para despistar sobre los verdaderos problemas de la gente, como por ejemplo quien tiene la bandera más grande.

Sin embargo, creo que exagera, no me parece que ni Al Gore ni el mismo George W. Bush - el habitual anfitrión del consejero de Murdoch, que no Consejero de Estado -estén dedicados en cuerpo y alma a hacer campaña política a favor de las listas socialistas en las elecciones de marzo de 2008. Ni creo que sea el caso tampoco de la entera comunidad científica internacional.

Mariano Rajoy, el actual pero no bondadoso Profesor Franz de Copenhague, ha demostrado unos conocimientos científicos sólo a la altura de sus aciertos políticos.