Acebes en Guantánamo
En estos días nos hemos enterado. Lo habían mantenido oculto cuidadosamente quienes lo sabían aunque ahora lo nieguen.
Varios miembros de la Unidad Central de Información Exterior, de la Comisaría General de Información del Cuerpo Nacional de Policía, obedeciendo órdenes del Gobierno de José María Aznar, se trasladaron a Guantánamo durante los días 22 a 25 de julio de 2002.
No fueron en misión como la de los funcionarios diplomáticos que identificaron a los detenidos de nacionalidad española, que resultó ser uno sólo entre los varios que alegaron tener tal condición; ni en la misión de los otros funcionarios diplomáticos que fueron a preparar el traslado a España de Hamed Abderraman Ahmed, el ceutí secuestrado por Estados Unidos en Guantánamo.
Los funcionarios de la Dirección General de Policía se dedicaron a aprovechar las condiciones de absoluta indefensión física y jurídica de las personas secuestradas allí para interrogar al ciudadano español y a varios ciudadanos extranjeros en búsqueda de información sobre la implantación de Al Qaeda en España.
Los interrogatorios se realizaron en condiciones de ilegal secuestro de los interrogados, en un campo de detención en el que las condiciones de privación sensorial eran las normales, sin garantía alguna, sin notificación de los derechos de los interrogados, sin presencia ni asistencia de abogado que defendiera a los interrogados y, por supuesto, sin autorización judicial alguna.
En resumen, el Gobierno Aznar decidió cobrar parte del precio del apoyo a la ilegal guerra de Irak aprovechando el trabajo sucio realizado por los americanos, procurando recabar información en condiciones no sólo manifiestamente ilegales, sino que repugnan a cualquier conciencia civilizada.
El Gobierno Aznar se rindió ante los americanos y ante los terroristas, dando a los primeros ayuda y cobertura, y a los segundos la satisfacción de ver como se prostituía un Estado de Derecho, rebajado a prescindir de las leyes y de los métodos comunmente aceptados como civilizados, para caer en la barbarie de Guantánamo, en la destrucción del sistema democrático de garantías de los ciudadanos, que es el objetivo perseguido por los terroristas: la destrucción de los principios y las reglas de convivencia democrática.
Pese al ejercicio de desmemoria de la derecha, algunos recordamos que en aquel momento el Presidente del Gobierno era José María Aznar; que Mariano Rajoy pasaba por allí, aunque casi nadie logre recordar a qué se dedicaba; que Zaplana era Ministro de Trabajo en aquellos momentos; que el Ministro del Interior era Ángel Acebes, el mismo que nos llamó miserables a la mayoría de los ciudadanos por no creerle en la fantasmada de ETA y el 11-M; que el Secretario de Estado de Seguridad era Ignacio Astarloa; y que el Director General de la Policía era Agustín Díaz de Mera.
Hoy en día, el último es Diputado en el Parlamento Europeo, y todos los demás Diputados a Cortes Generales, excepto el ex Consejero de Estado Aznar López. Es decir, todos están protegidos por las garantías constitucionales de la inmunidad y el aforamiento a la Sala Segunda, de lo Penal, del Tribunal Supremo, con la única excepción de Aznar López.
Quizá sea ello, esta sensación de seguridad, lo que haya impulsado a Rajoy, en respuesta a una pregunta sobre la cuestión, al desprecio a todos los ciudadanos manifestado al decir que el no se ocupa de cuestiones como Felipe V o la invasión de los suevos.
Pero es que no se trata de la invasión de los suevos, se trata del mal uso de las instituciones creadas para proteger los derechos de los ciudadanos y darles garantía de inmunidad ante la opresión. Se trata del maltrato al Estado de Derecho mediante la infracción de las más importantes garantías de los ciudadanos. Se trata del vil aprovechamiento de la vileza de Guantánamo. Se trata de haber incurrido en la más abominable utilización de la violencia extrema ejercida por los Estados Unidos en Guantánamo para obtener determinados fines de información policial.
Como cuestión colateral, no podemos dejar de preguntarnos porqué si se interesaba el Gobierno Aznar por Al Qaeda y sus actividades en España en tan temprana fecha como julio de 2002, el mismo Gobierno dijo descartar totalmente la línea de investigación del terrorismo islamista con ocasión del atentado del 11-M, y porqué intentó engañar a los ciudadanos con la pista de ETA, aunque estos sean quizá unos interrogantes más que contestados por la sabiduría popular.
Lo que dificilmente borraremos de nuestra memoria es al Ministro del Interior Ángel Acebes, que aprovechó vilmente las condiciones de absoluta vileza y degradación humana de Guantánamo para intentar obtener información sobre Al Qaeda, y que compareció en televisión para llamar miserables a quienes sostenían la posibilidad de que la misma fuera la responsable del 11-M.
Si hay actuaciones que cuesta que sean condenadas por los tribunales, no cabe duda de que sobre la actuación de Aznar y su Gobierno respecto a los secuestrados en Guantánamo, la condena de la conciencia de los ciudadanos honrados es ineludible.
(artículo publicado en laRepública.es)
Varios miembros de la Unidad Central de Información Exterior, de la Comisaría General de Información del Cuerpo Nacional de Policía, obedeciendo órdenes del Gobierno de José María Aznar, se trasladaron a Guantánamo durante los días 22 a 25 de julio de 2002.
No fueron en misión como la de los funcionarios diplomáticos que identificaron a los detenidos de nacionalidad española, que resultó ser uno sólo entre los varios que alegaron tener tal condición; ni en la misión de los otros funcionarios diplomáticos que fueron a preparar el traslado a España de Hamed Abderraman Ahmed, el ceutí secuestrado por Estados Unidos en Guantánamo.
Los funcionarios de la Dirección General de Policía se dedicaron a aprovechar las condiciones de absoluta indefensión física y jurídica de las personas secuestradas allí para interrogar al ciudadano español y a varios ciudadanos extranjeros en búsqueda de información sobre la implantación de Al Qaeda en España.
Los interrogatorios se realizaron en condiciones de ilegal secuestro de los interrogados, en un campo de detención en el que las condiciones de privación sensorial eran las normales, sin garantía alguna, sin notificación de los derechos de los interrogados, sin presencia ni asistencia de abogado que defendiera a los interrogados y, por supuesto, sin autorización judicial alguna.
En resumen, el Gobierno Aznar decidió cobrar parte del precio del apoyo a la ilegal guerra de Irak aprovechando el trabajo sucio realizado por los americanos, procurando recabar información en condiciones no sólo manifiestamente ilegales, sino que repugnan a cualquier conciencia civilizada.
El Gobierno Aznar se rindió ante los americanos y ante los terroristas, dando a los primeros ayuda y cobertura, y a los segundos la satisfacción de ver como se prostituía un Estado de Derecho, rebajado a prescindir de las leyes y de los métodos comunmente aceptados como civilizados, para caer en la barbarie de Guantánamo, en la destrucción del sistema democrático de garantías de los ciudadanos, que es el objetivo perseguido por los terroristas: la destrucción de los principios y las reglas de convivencia democrática.
Pese al ejercicio de desmemoria de la derecha, algunos recordamos que en aquel momento el Presidente del Gobierno era José María Aznar; que Mariano Rajoy pasaba por allí, aunque casi nadie logre recordar a qué se dedicaba; que Zaplana era Ministro de Trabajo en aquellos momentos; que el Ministro del Interior era Ángel Acebes, el mismo que nos llamó miserables a la mayoría de los ciudadanos por no creerle en la fantasmada de ETA y el 11-M; que el Secretario de Estado de Seguridad era Ignacio Astarloa; y que el Director General de la Policía era Agustín Díaz de Mera.
Hoy en día, el último es Diputado en el Parlamento Europeo, y todos los demás Diputados a Cortes Generales, excepto el ex Consejero de Estado Aznar López. Es decir, todos están protegidos por las garantías constitucionales de la inmunidad y el aforamiento a la Sala Segunda, de lo Penal, del Tribunal Supremo, con la única excepción de Aznar López.
Quizá sea ello, esta sensación de seguridad, lo que haya impulsado a Rajoy, en respuesta a una pregunta sobre la cuestión, al desprecio a todos los ciudadanos manifestado al decir que el no se ocupa de cuestiones como Felipe V o la invasión de los suevos.
Pero es que no se trata de la invasión de los suevos, se trata del mal uso de las instituciones creadas para proteger los derechos de los ciudadanos y darles garantía de inmunidad ante la opresión. Se trata del maltrato al Estado de Derecho mediante la infracción de las más importantes garantías de los ciudadanos. Se trata del vil aprovechamiento de la vileza de Guantánamo. Se trata de haber incurrido en la más abominable utilización de la violencia extrema ejercida por los Estados Unidos en Guantánamo para obtener determinados fines de información policial.
Como cuestión colateral, no podemos dejar de preguntarnos porqué si se interesaba el Gobierno Aznar por Al Qaeda y sus actividades en España en tan temprana fecha como julio de 2002, el mismo Gobierno dijo descartar totalmente la línea de investigación del terrorismo islamista con ocasión del atentado del 11-M, y porqué intentó engañar a los ciudadanos con la pista de ETA, aunque estos sean quizá unos interrogantes más que contestados por la sabiduría popular.
Lo que dificilmente borraremos de nuestra memoria es al Ministro del Interior Ángel Acebes, que aprovechó vilmente las condiciones de absoluta vileza y degradación humana de Guantánamo para intentar obtener información sobre Al Qaeda, y que compareció en televisión para llamar miserables a quienes sostenían la posibilidad de que la misma fuera la responsable del 11-M.
Si hay actuaciones que cuesta que sean condenadas por los tribunales, no cabe duda de que sobre la actuación de Aznar y su Gobierno respecto a los secuestrados en Guantánamo, la condena de la conciencia de los ciudadanos honrados es ineludible.
(artículo publicado en laRepública.es)
Etiquetas: Guantánamo, política
1 Comentarios:
Es de auténtica verguenza el comportamiento de algunos individuos que, por su manera de proceder, en vez de haberse dedicado a la política, mejor hubieran estado de gestores en la empresa privada. Por eso es necesario que se recuerden esas tropelías, para que no sigan fabricando cortinas de humo, ni intenten escribir la agenda política diaria. Buen post.
http://diariodeuntranseunte.wordpress.com/2007/02/15/para-que-no-se-olvide/
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