Una insoportable sangría

Acabo de leer en el periódico la noticia de dos nuevas muertes en accidentes de trabajo en la construcción. Un obrero falleció al caer de una plataforma elevadora colocada a la altura de un sexto piso, otro al caerle encima el plumín, de más de cuatro toneladas de peso, de la grúa que manejaba.

Dos muertos en un día, dos muertos en el ámbito geográfico de la Comunidad de Madrid. Desconozco cuántos accidentes más se produjeron ayer en España, cuántos los muertos, cuántos los heridos, cuántos serán los inválidos producto de tales accidentes.

Es insoportable pensar que cada día salen de su casa camino del trabajo obreros que no volverán nunca a casa, víctimas de accidentes no siempre inevitables. Podemos aceptar que exista una tasa de auténticos accidentes, de situaciones que escapan a toda prevención, pero la inmensa mayoría de los mismos son simple producto de la imprevisión, culpable imprevisión en muchos casos, o culpable asunción de las posibilidades de accidente justificadas por la defensa del margen de beneficio.

La Administración, las patronales y los sindicatos tienen ahí una tarea ineludible para lograr el total cumplimiento de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. La Inspección de Trabajo es aquí también un elemento fundamental, su acción vigilante y sancionadora es absolutamente imprescindible.

No puedo olvidar la placa de mármol que vi hace un tiempo en la Plaza Mayor de Ferrara, dedicada a los "Eroi del lavoro", a los trabajadores que perdieron su vida construyendo físicamente la Patria. Recordémoslos, pero sobre todo evitemos su muerte.