¿Ahora Sudáfrica?

Johanesburgo es el lugar donde se han producido las razzias contra los asentamientos de inmigrantes procedentes de otros países africanos. El balance por el momento es de 22 muertos, y unos 6.000 desplazados que han buscado refugio en las instalaciones policiales.

En Sudáfrica la policía ha actuado en defensa de la vida y las propiedades de los inmigrantes, víctimas de esa guerra de pobres contra pobres que parece haberse iniciado en el país.

Por las noticias que llegan, las instituciones del Estado parecen estar funcionando y cumpliendo su misión de protección de los agredidos y de represión de los agresores, lo que no ha sido el caso en otros lugares - supuestamente mucho más civilizados e indiscutiblemente más europeos - en que las agresiones a los campamentos gitanos no han sido objeto de represión eficaz, ni las víctimas de protección suficiente.

La mala situación económica surafricana y la tasa de paro con valores que multiplican por mucho las cifras europeas son un terrible caldo de cultivo para la violencia, pero no pueden justificar en modo alguno la agresión salvaje contra los inmigrantes económicos procedentes de países en situación mucho peor, como es el caso de Zimbabue.

La incitación dirigida a los pobres para que ataquen a otros pobres, diciéndoles que son los culpables de sus males económicos no es una exclusiva surafricana, sino que la hemos visto en Europa y también en nuestro país, aunque en nuestro caso no han logrado la ruptura de la convivencia y el estallido de la violencia.

Parece indudable la responsabilidad en los gravísimos incidentes surafricanos de los activistas del partido nacionalista zulú Inkhata, pero no podemos obviar que el virus del racismo, la exclusión y el odio se ha mostrado también en Europa, y debemos de hacer todos los esfuerzos políticos y sociales necesarios para evitar que arraigue.