Supresión de fronteras
Ayer, a la vuelta de Francia, en concreto de Sarlat-le-Canéda, pudimos experimentar un paso más en la supresión real de las fronteras en Europa.
Habíamos quedado impresionados por la disciplina imperante en la conducción francesa - tan alejada de lo que era tradicional - y, especialmente, por el estricto cumplimiento de la limitación de velocidad a 90 en las cercanías de Toulouse.
Al cruzar la frontera de La Jonquera pudimos comprobar que había desaparecido otra de las viejas diferencias entre el norte y el sur de los Pirineos.
Los conductores dejaban atrás la frontera y continuaban con un pleno y disciplinado respeto hacia los límites de velocidad.
El carnet por puntos había establecido la igualdad entre los conductores en el norte y en el sur. Desaparecía otro antiguo efecto fronterizo.
Esperemos ahora que la tendencia al descenso de los accidentes, ya iniciada, se consolide, como ha ocurrido en Francia, y limitemos al mínimo inevitable la terrible pérdida de vidas en las carreteras.
Dejemos sin sentido bromas macabras como la de la ilustración. El respeto a la vida exige la disciplina, el cumplimiento de las normas y la conciencia de que los vehículos son, también, máquinas de matar.
Habíamos quedado impresionados por la disciplina imperante en la conducción francesa - tan alejada de lo que era tradicional - y, especialmente, por el estricto cumplimiento de la limitación de velocidad a 90 en las cercanías de Toulouse.
Al cruzar la frontera de La Jonquera pudimos comprobar que había desaparecido otra de las viejas diferencias entre el norte y el sur de los Pirineos.
Los conductores dejaban atrás la frontera y continuaban con un pleno y disciplinado respeto hacia los límites de velocidad.
El carnet por puntos había establecido la igualdad entre los conductores en el norte y en el sur. Desaparecía otro antiguo efecto fronterizo.
Esperemos ahora que la tendencia al descenso de los accidentes, ya iniciada, se consolide, como ha ocurrido en Francia, y limitemos al mínimo inevitable la terrible pérdida de vidas en las carreteras.
Dejemos sin sentido bromas macabras como la de la ilustración. El respeto a la vida exige la disciplina, el cumplimiento de las normas y la conciencia de que los vehículos son, también, máquinas de matar.
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